Inventario

Alejandro Bellazetín S.

Inventario (A esto me dedicaba cuando mi novia llegó. Momentos antes había terminado de lavar el auto y ahora hacía el recuento de lo que a puños, y sin ver bien qué, había metido a una bolsa de plástico. Eran cosas que uno va dejando ahí con el tiempo; y quería ver qué servía y qué no. Hola, me saludó, ¿qué haces? Pues ya ves, aquí depurando, le respondí. Qué divertido, me dijo con esa sonrisa burlona que tanto adoro, ¿Te ayudo? Simón, accedí, sólo por tenerla más junto de mí. Veamos que tanta porquería tengo aquí):

Discos compactos (O sólo su funda, porque esto es un desmadre): Lo más nuevo del 2006, volumen 3, canciones como Pásame la botella, de Don Omar, Quítate que me masturbas, de Molotov, Belanova, de Rosa Pastel y The Rasmus, de Gurlty, entre otros éxitos; Producido por Miss Kitty (Pirata, of course. A mi que no me vengan con eso de que es un delito, le respondí a mi novia; o que si con una película pirata en mis manos soy capaz de mirar de frente a mi hijo. Yo no tengo hijos, pero igual le explicaría a mis sobrinitos que más rateros son los mismos que pagan esos comerciales. Si mira nada más cómo esa gente que hace campañas contra la piratería se enriquece con algo tan imprescindible como la música.
Nomás con poner a bailar y cantar a muchachitas enminifaldadas canciones sin chiste se hacen millonarios, y de paso no dan chance a que músicos de verdad graben lo suyo. A ellos les vale madres la música como arte y lo que producen en su mayoría es porquería). Lo mejor de Cher (Quemado, Y ese es tuyo cariño, lo cual te convierte en delincuente por producir tu propia piratería, le dije irónicamente). Lila Downs (Quemado). Out of time, de REM (Original. Bueno, antes sí compraba originales. Sobre todo por la información de la obra y porque algunas ediciones están bien hechas). Cambia, cambia, de los Dug Dug’s (Versión pirata de este grupo mexicano ochentero en el que se tomaron la molestia de reproducir todos los datos discográficos, cosa que me parece bien).
El divertidísimo y muy bien ejecutado No me hallo, de El Personal (Original. Mira, están chidas las ilustraciones. Ve a este buey que no se halla: mirándose en un espejo que se ha tragado su rostro. Los monos son de Jis y Trino). Misión Imposible, de Lalo Schifrin e interpretada por él mismo (Original). Audivi Vocem, grupo coral hidalguense que ejecuta madrigales y motetes renacentistas (Original). Una recopilación de Café Tacuva (Pirata). Closing Time, de Tom Waits (Pirata. De poquísima madre). Y por último, el Sufer rosa, de Pixies (Original. Álbum chingonérrimo. Me late el desmadre que arman y su filosofía del valemadrismo).

Dos discos de tres y media, sucios e inservibles (Obvio. Esos no sé desde cuando estaban en la cajuelita del carro; tal vez años, no sé): Uno no trae etiqueta y el otro contiene los “Criterios y procedimientos para determinar el ingreso y promocional sistema institucional de investigadores 2004” (Así dice la etiqueta, no me mires así, le dije a Clara, y le di un beso imprevisto en la boca).

Objetos varios: Una hoja doblada y mugrienta con los títulos de las canciones de un MP3 del maese de maeses Frank Zappa. Dos vales de cien pesos (que puedo usar en cualquier tienda comercial como si fuera efectivo y que en este momento me estoy echando a la cartera). El comprobante de una multa pagada por no traer la verificación. Gotas para ojos irritados (Sin comentarios).
Unos chicles. Un encendedor. Siete lapiceros (Y que luego yo ando buscando como loco por mi casa). Un sobrecito de shampoo (De esos que dan en los hoteles, y el cual dejó ahí mi amigo ora que le presté el carro para irse con su chica. ¿Cuál chica?, me preguntó Clara haciéndose la seria. La que acaba de conocer, le dije, ya ves que ese cuate no pierde tiempo. ¿Y no será tuyo? me cuestionó mirándome a los ojos. Nooo, ¿como crees? Tú sabes que yo sólo contigo, ricura, le contesté abrazándola por la cintura y acercándome a su cuello.
Ella se resistió un poco y volvió a preguntar, ¿Y tú sí pierdes el tiempo? Claro que no, cariño. Yo no soy como mi amigo, No me interesa acostarme contigo nomás por pura…, bueno, sí me interesa, pero yo te quiero de veras. Y puedo esperar, terminé diciéndole con una sonrisa tierna, y esta vez sí se dejó besar suavemente el cuello). Tres cuartillas dobladas con un texto que se titula Simona Barba, No. 2036 (Cuento de una escritora jalapeña que reside en Ciudad Juárez, en el que narra la triste historia de personas que han sido abandonadas por sus animales o que han sufrido enormemente por ellos. Y que para no enloquecer se reúnen en la dirección ya citada para terapearse unos a otros, al estilo de alcohólicos anónimos. ¡Válgame Dios! Qué loca, me dijo Clara).
Una hoja suelta en donde vienen las Instrucciones para llorar, de Cortazar (También doblada y que yo leí con mucha atención). Basura (tickets, envolturas y madre y media. Ya casi terminamos, le dije a mi novia, con esa cara que pongo cuando quiero darle muchos besos). Uno, dos condones (¿Me vas a decir que estos también son de tu amigo? Me preguntó nuevamente Clara, esta vez apartándose de mí y francamente inquieta.
Eh, no, eh.. esos ya han de estar muy viejos y chance hasta caducos, le respondí con toda la seguridad que fui capaz de fingir, y agregué, Ya ni me acordaba que los traía. Pero Clara es intuitiva. Y yo un tarado que no pudo evitar que se le subiera la sangre a la cara y que no tuvo la imaginación de pensar en otra justificación. Fecha de caducidad: julio de 2012, me leyó textualmente y se me quedó mirando muy encorajinada. Mis hombros y mis cejas se levantaron como diciendo, Pus quién sabe.
Pero esa expresión duró apenas unos segundos: se me quitó cuando sentí su mano abofetear mi rostro haciéndolo girar casi una vuelta entera. ¡Imbécil! Me dijo, y se fue. Durante la siguiente media hora me mantuve en el mismo sillón en donde estaba; repitiéndome mil veces: imbécil, imbécil, imbécil… Luego volví a leer sobre el modo correcto de llorar, como aconseja Cortazar, pero no pude. No porque la técnica para hacerlo fuera difícil, sino porque tal vez no la amaba. De cualquier modo, concluí, soy un imbécil).

Al final del recuento saqué de la bolsa varias pastillas, algunos tornillos y un sobrecito con crema (que también había dejado mi amigo de cuando fue al hotel. Iba a meterla también a la bolsa, pero mejor la usé para menguar el ardor que aún persistía en mi cara).

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