Editorial

La multiplicidad de manifestaciones culturales que existen en la época dosmilera, ha permitido a relegados-oprimidos y a oprimidos-integrados, integrarse o relegarse, respectivamente de sus elitistas círculos de violencia aceptada, y les ha dado, incluso, la oportunidad de ser generadores de cultura e intentar, también manifestarse artísticamente.
Sin embargo, es importante observar que el primer impulso de estos generadores culturales contemporáneos es meramente comunicativo, ya que todos parten del principio básico de mostrar o manifestar una idea a otros similares (no aplica a mascotas), acto apoyado, principalmente por los medios tecnológicos que a la mano tienen y que coinciden con el concepto “global” de “la era de la comunicación” y de “la era de la información”, en donde todos alardean de tener el mejor, mas nuevo, innovador y caro producto tecnológico del mercado (indistintamente del tipo de aparato en el que se apoyen para satisfacer sus necesidades de comunicación), herramienta con la cual, pretenden defender sus carencias como generadores de cultura o incluso, como creadores de manifestaciones artísticas.

Abyecto o crítico, el generador cultural moderno, se defiende con su interminable lista de conceptos que ha creado en defensa de su yo comunicional y que lo eleva al rango artístico dentro de una angustiante época que lo remite al “ya todo está hecho”, “luego entonces, luego”, aspira logar integrarse a una cultura ajena, porque no ha inventado la propia, y tampoco ha creado su propio arte.

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