Chiquitín negrito, de enormes ojos y muy chistoso

Laura Elizabeth Trejo Peña

Era una niña cuando mi padre, que era asiduo al Libro Vaquero, me hizo acompañarlo al puesto de revistas que estaba cerca de casa, ya ahí, recorrí con mis ojos el lugar, hasta toparme con una fila de ejemplares de Memín Pingüín, tomé uno, luego jale la chaqueta de mi acompañante sugiriendo la compra de esa revista.

Desde entonces mi papá solía llevarme las historias del chiquitín, negrito de enormes ojos y muy chistoso, tal como Memín es descrito en la tira cómica.
En aquel momento me parecía divertido y he de confesar que nunca presté tanta atención a los textos como a los coloridos dibujos del maestro Sixto Valencia, los cuales narraban las andanzas del simpático negrito de la Colonia Guerrero y sus compañeros de primaria.

Sin embargo fue pasada mi adolescencia cuando comencé a preguntarme lo que había de fondo en esa historieta, que si bien refiere a un niño con rasgos propiamente cubanos, se inscribe perfectamente en el comportamiento del mexicano.

Primero hay que considerar que aunque no se define la edad exacta de Memín Pingüin*, éste es un mal estudiante de tercero de primaria, noble de sentimientos, pero no por ello deja de hacer uso de la trampa para obtener algo o salir de algún apuro, además el negrito tiene una increíble facilidad para provocar enredos.
Luego como otra constante de la sociedad mexicana, en su narrativa Yolanda Vargas Dulché exalta los valores de la familia y la amistad; sin embargo algo que puedo reconocer como un excelente logro de la tira cómica es su buen manejo del lenguaje popular mexicano, en donde incluso pude identificar el verbo aquel de otro personaje popular mexicano, Catinflas.

Esta tira cómica es cursi y llena de sentimentalismo y como otro rasgo propio de la cultura en México, es evidente el tema de la fijación materna, el caso es concreto: Memín vive con Efrosina, su madre, una mujer gorda y de edad madura, a la que no obstante el chiquillo llama "mi gordis","mi cachote del alma","pedacito de mis entrañas" y "corazón".

Considero que los adultos leemos Memín Pinguín por que nos recuerda aquella parte de la infancia en que todos queremos estar cerca de nuestra “Ma’ linda” y que ella nos rodee de amor y cariño, sin embargo, Memín fue todavía mas divertido para mi cuando era niña, pues podía identificarme con sus aventuras o bien compararlas con las de mis amigos.

Incluso ahora conozco a personas como Ernestillo, Carlangas y Ricardo, los amigos mas cercanos de Memín, sólo que seguramente somos demasiado mayores como para vivir enredos tan divertidos como los que puede vivir cuando en mi infancia leía una de las historietas mas exitosas, creadas por una mexicana.

*Memín nació como personaje nuevo. Desde 1947 los editores del antiguo Pepín pidieron a Yolanda Vargas Dulché una historieta para niños. La escritora acababa de regresar de La Habana, donde había trabajado como cantante de radio, y estaba fascinada por los niños negros. Por eso incluyó a un negrito en su historieta y, después de desechar nombre tras nombre, decidió llamarlo Memín Pinguín, tal como apodaban a Guillermo de la Parra, quien entonces era su novio. Lo de Pinguín venía por "pingo", una forma de decir diablo o demonio, alguien sumamente travieso.

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